El taoísmo es una poderosa vena tradicional, filosófica y religiosa que ha dejado su huella en toda el área de Asia Oriental. Elaborada hace más de dos mil años, la filosofía taoísta comenzó a penetrar cada vez más en Occidente, a partir del siglo XIX. El término “Tao” a menudo se traduce como “camino” o “camino” (de vida), aunque en la tradición popular china, en un sentido religioso o filosófico, este término tiene connotaciones más abstractas.
Los principios del taoísmo, como camino espiritual, se centran en cultivar las tres Joyas del Camino del Tao: la compasión, la moderación o templanza y la humildad. La práctica espiritual taoísta se centra en cultivar un estado de salud y vigor de todo el ser, a través de técnicas y métodos de desbloqueo y cultivo de energía en el cuerpo, con el fin de obtener una comunión íntima y armoniosa con la naturaleza, con el espacio en el que vivimos, con todo el universo. Los beneficios de este comportamiento también implican algunos “efectos secundarios” muy codiciados por las personas: longevidad, satisfacción interior, equilibrio físico y mental, eliminación de signos de decrepitud debido a la edad, etc. Naturalmente, un estado de armonía interior y consonancia con el universo en el que vivimos nos lleva a percibir lo Divino que está en el origen de toda la creación.