Acerca de las leyes de la oración

La oración es un procedimiento simple que se basa en un axioma que todos los practicantes auténticos reconocen como verdadero:

Dios o la Conciencia Suprema… ¡Realmente cumple con las solicitudes!

Es cierto, tarde o temprano. O mejor dicho, cuando Él lo considere oportuno.
Es un aspecto misterioso, pero no por ello menos cierto.
Manifestándonos en una relación personal con el Dios personal, considerado así un ser “como nosotros”, pero Supremo (de hecho, los humanos son a Su imagen y semejanza), Dios actúa como si hubiera hecho un pacto con cualquier ser que se dirija a Él, es decir, responder tarde o temprano a cualquier mensaje o solicitud dirigida a Él.

Concretamente, a través de sus resultados, la práctica de la oración nos hace conscientes de la presencia divina dentro y más allá de cualquier espacio y cualquier tiempo.

Hace obvio que todos los eventos tienen un propósito o papel, y gradualmente aparece una confianza en la Conciencia Suprema, sinónimo aquí de la llamada fe.
Por supuesto, algunas personas dirán que se dirigieron a la Conciencia Suprema y no recibieron una respuesta o no tuvieron un resultado tangible.

Enfatizamos que el momento de cumplimiento de la solicitud no es elegido por nosotros, ni sus condiciones en su conjunto. La Conciencia Suprema es perfectamente libre y todopoderosa, y la compleja red de eventos requiere un control perfecto que solo Dios o la Conciencia Suprema pueden lograr.

¿Es correcto hacer súplicas a Dios en lugar de llevar a cabo nuestros proyectos en silencio y solo?
SÍ, porque la oración no es necesariamente un paso hacia la realización de nuestros proyectos sino, sobre todo, un paso para profundizar la relación con la Consciencia Suprema. Además, debe llevarse a cabo con dignidad y esto es perfectamente posible.
“Un GANADOR pedirá ayuda a otros y ganará, un GANADOR hará las cosas por su cuenta, quejándose de que nadie lo ayuda y perderá”.
Tiene aún más sentido pedir Su ayuda.

Leo Radutz
Sociedad Académica AdAnima
13. Abr.2010