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La mente es un espejo en el que nos miramos a nosotros mismos e, incluso nos vemos a nosotros mismos,
porque todavía no podemos sentirnos directamente a nosotros mismos.
Desde esta perspectiva no-dualista específica de estos Caminos – Abheda, la mente es un espejo.
La mente es una extensión de la conciencia, que más bien puede ser asimilada al concepto de Shakti.
Es decir, la extensión de la esencia de la conciencia, el aspecto energético que aparece de esta manera, lo sentimos como la mente.
¿Es la mente diferente de nosotros?
No. La mente somos todos nosotros, pero es el aspecto del poder, de la intensidad.
La mente es una extensión del aspecto de la conciencia e inseparable de la conciencia.
Así que podemos hablar por separado sobre la conciencia y su poder, pero ¿para qué sirve la mente?
La mente es como un espejo en el que el aspecto de la conciencia puede conocerse a sí mismo.
Tenemos dos posibilidades:
– sentirnos a nosotros mismos y eso significa conectar con nosotros mismos, obtener el llamado conocimiento directo
– obtener conocimiento indirecto mirándose en el “espejo” (mente).
En el espejo veremos aspectos que se pueden ver/conocer de forma dualista:
Yo, el conocedor, sé lo que veo aparentemente fuera de mí, en el espejo.
Decimos “aparentemente” afuera, porque la mente también está en nuestro corazón espiritual, en nuestra esencia.
La mente nos permite manifestarnos con este efecto espejo, permitiéndonos reflexionar en ella.
Los diversos aspectos cualitativos de la conciencia adquieren una forma delimitada o diferenciada dentro de este espejo que es la mente, de modo que a nivel de la mente aparece todo lo que es externo.
Todo lo que vemos y conocemos de manera dualista
en realidad nos estamos reflejando en el espejo que es la mente.
Debido a esto, aparece un conocimiento indirecto, al igual que obtenemos conocimiento cuando nos miramos en el espejo.
Nos miramos en el espejo para poder vernos a nosotros mismos, realmente.
Debido a que no podemos conocernos directamente (somos el conocedor), nos reflejamos en este espejo que es la mente y en él vemos varios aspectos diferenciados, maravillosos pero limitados.
Estos aspectos provienen de nosotros, pero que a través de la mente, es posible conocerlos de una manera dualista.
Así que todo lo que vemos en la mente es en realidad nuestra conciencia.
A través de la mente, la conciencia adquiere una posible concreción para ser conocida de manera dualista: el observador que observa el objeto a observar, pero pierde algo: est eo manifestación fugaz o cambiante y ofrece el conocimiento indirecto de nosotros mismos.
Los objetos a observar, partiendo de los más refinados, son:
- significados, principios e ideas
- correlaciones, inteligencias, conexiones, formas de pensamiento
- diversas sensaciones y percepciones
- nuestro cuerpo físico con todo lo suyo, el mundo exterior con todo lo suyo.
Todos estos son en realidad reflejos de nosotros mismos en este espejo que es la mente.
Por esta razón, se comprueban los axiomas de Abheda.
Mencionamos que el Universo es consciente: si modificamos algo interior, también cambia hacia afuera.
Si modificamos algo en el exterior, este cambio no ocurre realmente en el interior también.
Por esta razón, se verifica que somos inmortales, y por eso es mucho más importante cómo vivimos que el hecho de que vivamos.
De la misma manera, se comprueba que estamos constantemente perfectos, pero estamos más atentos a nuestro reflejo en el espejo que a nosotros mismos.
Si nos prestamos atención a nosotros mismos, sentiríamos que realmente tenemos todo en nosotros y que de nosotros siempre viene cualquier tipo de alegría o incluso felicidad suprema.
Leo Radutz, fundador del sistema Abheda, iniciador de la Revolución Good OM