Un documental que nos habla de la dictadura de los chips electrónicos implantables, originalmente diseñados para animales y ahora también utilizados en humanos. Un primer experimento con implantes RFID (dispositivo de identificación por radiofrecuencia) fue realizado por el cibernetista británico Kevin Warwick, quien implantó un chip en su brazo en 1998. En 2004, Conrad Chase comenzó a ofrecer chips implantables a clientes VIP en sus discotecas de Barcelona y Rotterdam, que los usaban para pagar en el bar.
En 2004, la Procuraduría General de la República implantó a 18 empleados chips Verichip para controlar el acceso a salas secretas de datos. Los expertos en seguridad han emitido advertencias contra el uso de chips RFID para identificar a las personas debido al alto riesgo de robo de identidad. Por ejemplo, durante un asalto en la calle, la identidad de una persona puede ser robada muy fácilmente debido a la proximidad física al chip. El diseño del chip implantable hace que sea imposible prevenir tales ataques.
Los defensores del derecho a la privacidad protestaron contra los chips RFID implantables, advirtiendo de posibles abusos y denunciando este tipo de dispositivos como “chips espías”, su uso por parte de los gobiernos conduce a la pérdida de más y más libertades civiles y al aumento en el número de abusos.
Según las autoridades médicas estadounidenses, implantar un chip RFID tiene efectos secundarios. Las descargas eléctricas, la incompatibilidad con la resonancia magnética, los efectos secundarios en los tejidos y el desplazamiento del microchip en el cuerpo son solo algunos de los riesgos asociados con los implantes de chips RFID, según un estudio de octubre de 2004.
Srusa: http://www.filmedocumentare.com