¡UNA SED ASOMBROSA DE DIOS! (testimonio de la Meditación del Relevo)

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Les presentamos un maravilloso testimonio (lo que quiere que permanezca en el anonimato) a partir de la meditación del relevo en el que la persona ha hecho principalmente un acercamiento devocional.
Se refiere a un estado excepcional de disolución de la personalidad humana, limitado y efímero en el Ser Supremo, como se dice incluso en los Evangelios.
El reino de Dios está en vosotros“, o
Inclusión perfecta y doble
“Yo estoy en el Padre, y el Padre está en mí.” – Sócrates
No es, en cualquier caso, la “blasfemia” luciférica de asumir una identidad divina incómoda del hombre fugaz, sino la experiencia de la Verdad profunda: cuando aparece la Chispa divina, la mente y la personalidad limitadas desaparecen por completo, y todo lo que queda es la identidad con Él, el Uno… Y sí, desde el fondo de nuestros corazones esperamos que la próxima vez esté más preparado, para no asustarnos por la disolución del pequeño yo en el Infinito.comentario de Leo Radutz)
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Una noche para la que me preparé como sabía mejor y empecé…

La postura de la meditación, centrándose, conciencia paso a paso; un proceso maravilloso que disfruto con cada milímetro de mi cuerpo, de mi mente.
Todo está listo para una gran celebración; Puedo compararlo con la Navidad: el árbol de Navidad, el pastel, los villancicos, el blanco puro de la nieve, la alegría del momento.
Y sí, con la Voluntad de Dios y sin poder decir que lo hice yo mismo, ¡sucedió un milagro!

Esta vez no fui yo quien sintió Paz, Amor, Silencio, Ilimitado, Armonía, Plenitud, esta vez eran solo estados que solo podía llamar.
Experiencias intensas, en la atemporalidad, del espacio, del sujeto (yo-s).
SOLO SENTIMIENTOS, más que suficientes.

Y el estado de DIOS… inesperadamente.

Maravilloso, pero esta vez tomó muy poco tiempo, porque mi mente comenzó a gritar desesperadamente. Muchos pensamientos, en muy poco tiempo, se apoderaron de mí.
“¡Qué estupidez! ¿Cómo puedes cortar tal blasfemia? ¿Quién eres tú para reclamar eso? ¡¡Te volviste loco!! ¡Vuelve!”
Y después de tal “tropaiala”, qué decir, surgió el miedo. Respiré hondo, concentrándome en la tormenta creada en el centro de mi ser, sabiendo con certeza que así es como me recuperaría.
Y sí, con la ayuda de Dios tuve éxito y comencé a disfrutar esta vez de la visión de unos hermosos colores que me sorprendieron!
Gracias Señor y continuaré con fe y paciencia hasta la próxima vez, cuando – digo – seguramente estaré más preparado …”

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