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<>Parece que la gente hoy en día Olvidaron el sabor del pan de verdad. Sobre todo no se acuerdan de que en los viejos tiempos el pan siempre se horneaba con levadura. Todos los componentes de la fermentación eran exclusivamente de origen vegetal. La famosa masa campesina (masa fermentada con lúpulo y pasas, miel o azúcar natural, malta blanca y roja) se prepara a partir de harina de centeno, cebada y trigo. Fueron precisamente estos fermentos los que enriquecieron el cuerpo con vitaminas, enzimas, bioestimulantes y, sobre todo, lo saciaron de oxígeno. Gracias a esto, el cuerpo humano se volvió más enérgico, más eficiente, más resistente a los resfriados y otras enfermedades.
Todo comenzó a mediados de los años 40, justo después de la guerra, cuando se produjo la sustitución de la fermentación del lúpulo por la fermentación de levadura. Los científicos han descubierto que la principal característica de la levadura es la fermentación. La levadura transmite esta propiedad a través del pan (120 millones de células de levadura están presentes en un centímetro cúbico de masa), al torrente sanguíneo y comienza el proceso de fermentación. Los componentes activos que provienen de la digestión de la levadura llegan al cerebro en primer lugar, interrumpiendo sus funciones. Por lo tanto, la memoria se ve afectada, que de repente se deteriora, la capacidad de pensar lógicamente y el pensamiento creativo. Actuando a largo plazo a nivel celular, la levadura conduce a la formación de tumores benignos y cancerosos en el cuerpo. Se produce una influencia sobre las células, privándolas de la posibilidad de multiplicarse, produciendo así células sanas.
No es casualidad que en el Segundo Congreso Mundial de Medicina Herbal, en Praga, en 1990, el profesor Larbert hablara de los efectos negativos sobre la salud humana del pan blanco, refinado y a base de levadura. La ingestión prolongada de este pan conduce a una serie de perturbaciones descritas por Larbert y llamadas ghemogliaz. Esta enfermedad se manifiesta por dolores de cabeza, somnolencia, irritabilidad, problemas digestivos, lentitud del pensamiento, disminución de la actividad sexual, aumento de la viscosidad de la sangre.
Larbert cree que la ghemogliasis está más extendida y es más peligrosa que la tuberculosis. El impacto negativo de la levadura en el cuerpo es revelado por numerosos científicos de todo el mundo. Sobre esto escribieron: Gianfranco Rosini (“La presencia de características asesinas en la levadura”), H. Bussey y D. Sherman (“El factor mortal – Bioquímica, biofísica, 1973, p. 13-14”), los académicos F. Uglov, B. Iskacov, N. Dubinin (Obras del Instituto Plejánov), el profesor francés Etienne Wolff y muchos otros.
¿Qué hacer? Volvamos a hornear pan de masa agria, que se usaba en la antigüedad y en el pasado lejano.
Pero durante casi cinco décadas el pan se hornea con levadura termófila, inventada por el hombre, Saccharomyces Cerevisiae. Su tecnología de entrenamiento es monstruosa, antinatural. La producción de levadura de panadería se basa en su crecimiento en sustancias líquidas nutritivas. La melaza se diluye con agua, se trata con cloruro de cal y se acidifica con ácido sulfúrico, etc.
Científicos de todo el mundo han dado la voz de alarma. Se descubren los mecanismos del impacto negativo de la levadura termófila en el cuerpo. La levadura Saccharomyces (levadura termófila), cuyas especies se utilizan en la industria del alcohol, la cerveza y la panadería, no aparecen en la naturaleza. Las células de Saccharomyces, desafortunadamente, son más resistentes que las células de tejido. No se destruyen, ni durante la cocción ni en la saliva en el cuerpo humano. Las células que matan la levadura matan a las células sensibles humanas menos protegidas del cuerpo al emanar sustancias venenosas de bajo peso molecular.
Los hongos termófilos no desaparecen, porque son capaces de soportar incluso 500 grados y cuando llegan al cuerpo, se multiplican y atacan la flora intestinal, destruyéndola.
Las proteínas tóxicas actúan sobre la membrana plasmática, aumentando su permeabilidad a patógenos y virus. Las células de levadura llegan del tracto digestivo a la sangre. Las levaduras termófilas se multiplican en el organismo en una progresión geométrica y permiten que la microflora patógena viva activamente y se multiplique, inhibiendo la microflora normal, que existe en los intestinos y que con una nutrición adecuada, puede generar vitaminas del grupo B, aminoácidos esenciales y ácidos. Viola así, groseramente el trabajo de todos los órganos digestivos: del estómago, páncreas, vesícula biliar, hígado e intestinos.
El estómago en el interior está cubierto con una membrana mucosa especial resistente a los ácidos. Sin embargo, si una persona abusa de los productos de levadura y los alimentos ácidos, el estómago no puede resistirlo por mucho tiempo. El ardor conducirá a la formación de úlceras, dolores de cabeza o gastritis.
El uso de alimentos, preparaciones a base de levadura termófila, favorece la formación de cálculos en la vesícula biliar, el estreñimiento y la formación de tumores. En el intestino aumentan los procesos de descomposición, y se desarrolla microflora patógena. La evacuación de las masas tóxicas del cuerpo se ralentiza, se forman bolsas de gas, en las que se estanca la materia fecal. Poco a poco, crecen en las membranas mucosas y en las capas submucosas del intestino. El sistema digestivo pierde su función protectora y la capacidad de digestión se reduce.
Ante este hecho, es beneficioso reducir significativamente o incluso reemplazar los productos de panadería obtenidos preparados con levadura termófila, por los que ya se encuentran en las herboristerías como el pan sin levadura (pan sin levadura) o los obtenidos de masa agria o leudada.
Fuente: http://www.ecology.md